Después de un cáncer de mama hay vida. Todo es cuestión de ponerle ganas y tesón. Una clara prueba de ello es nuestra socia, Mari Luz Hernández. En 2010 fue diagnosticada de cáncer de mama. Siempre había practicado deporte y una vez superado el cáncer volvió a practicarlo, ya que relata: “Creo que el deporte es una forma de superarte personalmente. Siempre vas haciendo un poquito más. Emocionalmente te reporta mucha fuerza. Cuando en la vida te toca vivir situaciones difíciles, es una forma de evadirte”.
Retomó el deporte en 2013, haciendo el Camino de Santiago y nos cuenta: “Así es como empecé a retomar el monte, algo que ya hacía cuando era más joven. Me vino muy bien física y emocionalmente”. En 2015, su implicación con el monte fue a más: “Comencé a ir con una cuadrilla de amigos. El monte ha sido para mí un aliciente, encontrar muchas cosas. Empezamos poco a poco; San Cristobal, el Cabezón de Etxauri… “. Pero añade: “Te vas picando y empezamos a ir al Pirineo, a hacer montes más difíciles, tres miles. Luego hice montes como el Mulhacén, el Atlas en Marruecos”.
Desde antes de la pandemia, con sus amigos que le acompañan en esta pasión por la montaña, tenían pensado ir al Kilimanjaro, un monte de casi 6.000 metros de altitud, palabras mayores. Lo cumplieron en enero, subieron la montaña Merú y el Kilimanjaro. Mari Luz explica que: “Aunque no son montes que tengan dificultad técnica, la altura influye bastante. Tuvimos mala suerte con el tiempo pero lo importante es que todos subimos hasta arriba”.
Para acabar, nos quedamos con la lectura que hace Mari Luz: “Cuando uno tiene espíritu de superación, de no rendirse y luchar, logras lo que te propones. El haber tenido un cáncer no te incapacita para marcarte retos. Unos los tenemos en el monte y otras personas en otras cosas. En Saray hay compañeras que tienen un ingenio increíble para las manualidades, por ejemplo. Hay que tener una motivación para seguir. Yo en Saray encontré ese impulso que te da alas para superar lo que te toca en la vida”.